El presente es el futuro del presente pasado.
No sé si me explico (en realidad, me explico, pero no sé si se entiende).
Y si interpretamos al presente como el futuro del presente pasado, el presente tampoco existiría. Porque lo llamaríamos futuro. Y no hacemos eso, porque lo presente es tangible, es algo verdadero y real, es todo lo que te esté pasando en este mismo momento, que no lo podemos clasificar como futuro, en sí. Porque el futuro es, según los diccionarios, la porción de línea temporal que todavía no ha sucedido. El presente no es futuro porque está sucediendo justo en este mismo momento.
Ergo: ¡El futuro no existe! Y si no existe, ¿por qué tratamos de adelantarnos a los hechos?
La acción de tratar de adivinar (porque no tenemos evidencia alguna de lo que puede llegar a pasar) lo que viene, el futuro, es tan pero tan estúpida. Y no nos damos cuenta (me incluyo), de que en lo único que tenemos que enfocarnos es en el presente.
Al fin y al cabo, el presente es
hoy ayer, hoy y hoy mañana.
{...ojalá nos volvamos a ver, pero ¿quién lo puede saber?.}
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