sábado, 14 de agosto de 2010

Cirugía a corazón abierto.

En el medio de un hospital, estuvimos en terapia intensiva. Tuvieron que separarme de mi siamés. Los demás, con ansias, se quedaron en la sala de espera. La cirugía había salido más que bien.

Tan fácil se puede recuperar uno, y hasta pensé que la que se había recuperado era yo, que un día, hasta volverías a pedir que nos unieran por el pecho. Lamentablemente, al parecer vos no tuviste problema con tu condición cardíaca. Cuando dos personas son separadas, a uno le queda la mayor parte. Estando unidos por el corazón, no sé qué fue de nosotros.
Mi pecho se encuentra vacío: nos separaron, dándote el corazón entero. Me dijeron que el mío volvería a crecer. Si no pienso en que mi cuerpo vive sin corazón, no me preocupo, y creo que así, va a crecer más rápido todavía.
Pero cuando te veo, cuando veo cómo la sangre recorre cada uno de los centímetros de tu cuerpo, porque tiene un corazón que la impulse, es cuando mi vacío en el pecho se vuelve un agujero negro.
Pensé que tardarías tanto en recuperarte. Pero la verdad es que andás por la vida sin preocupaciones. Sin dolor, sin agujeros negros, y con un corazón que late cada milésima de segundo un poco más rápido que ayer.
Necesito que me cedan mi parte de corazón, para que vuelva a crecer.

Pero lo único que quiero, es estar unida a vos, siameses de corazón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario